Es una enfermedad infecciosa, que una vez pasada, la persona se inmuniza y es muy poco probable que la vuelva a presentar. Se estima una prevalencia de inmunización de la misma en la población española de 23.6%, similar a otros sitios de Europa. En la mayoría de los casos, esta afección no es preocupante para la mujer, pero para el bebé puede llegar a ser muy peligrosa. Supone un importante riesgo durante el embarazo, ya que el parásito puede traspasar la placenta provocando una Toxoplasmosis congénita que se trasmite al feto antes del nacimiento. El grado de afectación fetal dependerá del momento en el que se contraiga la enfermedad, que será más grave si la infección se produce en el primer trimestre llegando incluso a producir un aborto espontáneo. Los fetos afectados por toxoplasmosis a menudo nacen antes de tiempo y pueden presentar daños en los ojos, la piel, el oído, los pulmones o el sistema nervioso.
Para prevenir que pueda producirse una afección de este tipo, al inicio del embarazo se realiza una analítica para ver el estado de seroconversión (inmunización) de cada embarazada y así poder dar las indicaciones necesarias en caso de no inmunizadas. En este sentido, se recomienda no comer carne cruda o poco hecha (incluidos embutidos), lavar bien las frutas y las verduras que se vayan a consumir y evitar la leche no pasteurizada, así como los alimentos que presenten este ingrediente. Además, debe prestarse especial atención al contacto con los gatos, ya que los excrementos de estos animales pueden contener el parásito Toxoplasma gondii que provoca esta enfermedad infecciosa.
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