Los abortos tras un tratamiento de reproducción asistida, se producen por las mismas causas que en un embarazo natural. En la mayoría de ocasiones estos se deben a alteraciones cromosómicas en los embriones que impiden su evolución, lo que conlleva la interrupción de la gestación.

Se estima que entre el 70 y el 80% de los abortos que ocurren tras someterse a un tratamiento de reproducción asistida se deben a anomalías cromosómicas en el embrión. Es decir, el óvulo y /o espermatozoide han experimentado alguna alteración en sus cromosomas que impide la implantación o evolución del embrión.

Los cambios hormonales, la calidad espermática, las infecciones, los problemas uterinos o las dificultades en el sistema inmune son causas que pueden contribuir a que el embarazo no se desarrolle correctamente. Sin embargo, uno de los factores que más influye en este aspecto es la edad de la mujer. La probabilidad de que se produzca un aborto con óvulos propios en menores de 35 años es del 15%, mientras que en pacientes con más de 40 años esta cifra se sitúa en el 40%. Además, esta finalización prematura del embarazo es más probable que ocurra durante el primer trimestre, mientras que entre la semana 12 y 24 es mucho menos frecuente que se produzca.

En el caso de que una paciente haya sufrido varios abortos será necesario realizar un estudio detallado para dar con el problema antes de iniciar un nuevo tratamiento. Esta situación puede producirse debido a variaciones genéticas, dificultades en la coagulación sanguínea o alteraciones uterinas.

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