En la actualidad, los avances en el sector sanitario y científico han permitido que las personas con VIH (virus de inmunodeficiencia humana) puedan ser madres o padres y, a su vez, tener hijos sanos. Para ello, es fundamental mantener la enfermedad controlada siguiendo el tratamiento pautado por el especialista médico.
La inseminación artificial es una opción para las parejas en las que el hombre presente anticuerpos de VIH. A través de esta técnica, se separan los espermatozoides móviles del resto de los componentes del semen con el objetivo de evitar los posibles virus contenidos en el líquido seminal. Además, con el fin de optimizar el rendimiento de este procedimiento y minimizar el número de inseminaciones necesarias, el ciclo de la mujer se controlará farmacológicamente.
Por el contrario, hay otro tipo de casos en los que la mujer es la portadora del VIH y si no recibe el tratamiento adecuado, puede transmitirle la enfermedad al feto. Hace unos años, las probabilidades de que esto ocurriera se situaban entre un 15% y un 20%, pero, a día de hoy, esta cifra se ha reducido hasta el 1% gracias al empleo de pautas combinadas de fármacos antiretrovirales y una protocolización estricta del embarazo.
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