Esta intervención quirúrgica, que se realiza para extraer el bebé desde la zona baja del vientre de la mujer, se trata de una cirugía mayor que, a pesar de ser una operación segura, conlleva una serie de riesgos y, por lo tanto, debe efectuarse por indicación médica. Sin embargo, existen algunos casos en los que la cesárea está justificada porque los beneficios superan a los riesgos.
Además de un mayor tiempo de ingreso hospitalario y un postoperatorio más largo y doloroso, algunos de los efectos que puede producir esta intervención en la mujer son: mayor pérdida sanguínea, riesgo de hemorragias y coágulos sanguíneos, lesiones de órganos vecinos, como vejiga o intestino, o infecciones en el útero, en el tracto urinario o en la incisión. Asimismo, esta operación puede provocar consecuencias para el recién nacido, como problemas respiratorios por una peor adaptación a la vida extrauterina.
En el caso de que la mujer se haya sometido a este proceso se recomienda no levantar peso, caminar para disminuir el riesgo de coágulos sanguíneos, evitar las relaciones sexuales y el ejercicio intenso.
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